Emilio Cordero, se convierte en el primer cantante que hace un homenaje a las canciones populares oaxaqueñas que como tenor lirico, dará una tesitura diferente a piezas como Naila, La Llorona, Lindo Oaxaca, La Sandunga o El Feo, pues su voz obedece a la espiritualidad interior y no ha a un afán protagónico del ego.

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