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La presente farsa detectivesca escrita por Alfonso Reyes en 1949, utilizó el contexto criminal que rodeó a Henri Désiré Landru, asesino serial de mujeres, ejecutado en 1922, para burlarse de sí mismo y de la solemnidad intelectual que pretendía hacer de la sabiduría un asunto aburrido e inalcanzable. La mano del comandante Aranda es una narración excepcional del mismo autor, que realiza un imaginativo juego cargado de humor sobre una mano amputada, como la del General Obregón, que posee vida propia. Ambos textos, escritos por uno de los mayores exponentes de la literatura mexicana, dan muestra de su creación dramática, erudita, transgresora y opuesta a la mayor parte de su obra.
Alfonso Reyes
Marta Verduzco