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En noviembre de 1918, la Secretaría de Hacienda informó que el alza inmoderada del precio de la plata y el acaparamiento de las monedas por comerciantes, industriales y público en general dificultaron las transacciones mercantiles. Hubo escasez, especulación y contrabando de plata, lo que generó incertidumbre, inflación y una desventaja para las operaciones comerciales a nivel internacional. Ésa era la razón principal para regresar al patrón oro.
Por ello, investido por las facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda otorgadas por el Congreso, el presidente Venustiano Carranza emitió un decreto que estableció:
"Considerando que hay necesidad de contrarrestar hasta donde sea posible la escasez de moneda fraccionaria de plata, la que por el alto precio del metal no conviene acuñar en la actualidad, según el régimen monetario de 1905 por lo que causaría pérdidas al erario. He tenido a bien decretar lo siguiente: “Artículo único: Se establecen dos nuevas monedas de oro de $2.50 (Dos pesos y cincuenta centavos) y $2.00 (Dos pesos)”.
