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Gracias a una generosa temporada de lluvias y al impulso del campo mexicano, en 1918 el país registró abundantes cosechas en frijol y maíz, lo que mitigó, momentáneamente, la demanda de estos productos en el mercado interno.
El secretario de Gobernación, Manuel Aguirre Berlanga, informó que en Coahuila, Durango, Michoacán y Sinaloa había tenido abundantes cosechas de maíz y frijol. También el estado de Sinaloa aportó una zafra considerable de azúcar, compensando las cosechas perdidas en Morelos, debido a la revolución zapatista. Informó igualmente que, debido a la pacificación de Chihuahua, se logró levantar una abundante cosecha de maíz y trigo, lo que contribuyó a satisfacer la demanda nacional. Para evitar que los comerciantes y especuladores acapararan el maíz o frijol, o que fueran vendidos al extranjero, la Secretaría de Gobernación anunció que se mantenía la prohibición de exportar alimentos al extranjero y que el gobierno sería el principal comprador para poder distribuirlos a precios bajos a la población.