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La especulación del precio del oro y la plata, debido a la Primera Guerra Mundial, hizo que se incrementara el valor de estos metales preciosos provocando un alza generalizada de precios y con ello una inflación descontrolada. Las monedas nacionales se depreciaron ante la falta de respaldo en metálico para las operaciones comerciales. Los bancos, las grandes empresas mercantiles, los gobiernos y hasta los particulares acapararon el oro y la plata, lo que provocó una grave escasez que despertó incertidumbre financiera mundial.
Una de las restricciones comerciales que impuso el gobierno de Estados Unidos hacia nuestro país fue la suspensión de la compra legal de la plata mexicana. De manera contradictoria a esta medida, ese país no detuvo el contrabando de oro y plata mexicanos por la frontera norte, delito que se agudizó entre 1917 y 1918. Mientras tanto, el gobierno del presidente Venustiano Carranza intentó reestructurar la economía a través del ahorro interno y fortaleciendo el peso mexicano, acuñando monedas de plata que respaldaran la emisión de billetes.
Hasta junio de 1918, se habían acuñado alrededor de tres millones de pesos en monedas de oro y plata de diferentes denominaciones. Esto fortaleció al peso.