El ruido generado por el choque de los cuerpos

RESEÑA

La escultura se convierte en habitante de un espacio histórico, flanqueado por uno de los íconos de la Ciudad de México: el Palacio de Bellas Artes.

¿Qué vemos? Pregunta fundamental: vemos tres cuerpos de pie sobre una balsa, éstos, dos masculinos y uno femenino, se encuentran completamente cubiertos, su figura apenas se esboza entre los pliegues y drapeados de la tela, ciegos, aparentemente, al tránsito en que se encuentran. Una confrontación simbólica entre la fluidez de la barca y el estatismo representado por la verticalidad de los viajeros.

La balsa de más de 1.7 metros y 1.7 toneladas se encuentra roída, bronce hecho madera carcomida por un tiempo que parece añejo y, a la par, distante. Un tiempo a destiempo. La procesión está encabezada por el cuerpo femenino, seguido por otros dos; cada uno envuelto en un sudario que apenas esboza sus anatomías: ojos, narices, estómagos, pechos… apenas intuidos en los pliegues, una segunda piel que viste, en nuestra más arriesgada imaginación.

AUTOR:

Jorge Marín