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Al triunfar el constitucionalismo en 1915, muchos dirigentes y seguidores del villismo y el zapatismo salieron al exilio, especialmente a Estados Unidos y Europa, sumándose a quienes ya permanecían allá desde 1911: porfiristas, reyistas, huertistas, convencionistas y revolucionarios independientes.
El exilio y sus diferencias con el gobierno del presidente Venustiano Carranza hicieron que estos grupos, tan distintos ideológicamente, se empezaran a unir, teniendo como bandera el rechazo a la Constitución de 1917. Estos grupos buscaban financiar, sobre todo, al movimiento contrarrevolucionario de Félix Díaz.
Para contrarrestar las actividades subversivas de estos conspiradores en la frontera con Estados Unidos, el gobierno federal pidió al embajador Ignacio Bonillas que coordinara a los cónsules de las ciudades fronterizas, especialmente a los de El Paso y San Antonio, para vigilar las actividades políticas y subversivas de los contrarrevolucionarios.