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La crisis económica que vivía el país desde 1915 y la guerra civil que aún se mantenía en muchas regiones impedían que se normalizaran las actividades productivas y comerciales.
Para 1917, aún seguía el desabasto de granos en la capital; las mujeres caminaban por molinos y tiendas con las canastas vacías sin poder comprar maíz para la masa de las tortillas. Cuando algún comerciante lograba sacar algunos bultos al mercado, en cuestión de minutos la mercancía se agotaba provocando pequeños motines en los barrios populares.
Para finales de octubre y principios de noviembre, hubo cosechas de maíz en algunos estados del país, como Michoacán, Guanajuato, Querétaro y parte del Estado de México, por lo que se pudieron hacer envíos a la Ciudad de México. Para evitar que el maíz fuera acaparado por los comerciantes, el Ayuntamiento de la Ciudad de México decidió poner en venta al público, a través de la Sociedad Nacional Cooperativa Limitada, maíz a 21 centavos el kilo y a 31 centavos el cuartillo. Para llevar a cabo esta venta, se establecieron nueve locales en las colonias Guerrero, Morelos, Mixcoac, Santa María la Rivera, San Ángel y Juárez.
