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México, Ciudad de México
El Ejecutivo solicitó al Congreso de la Unión poderes extraordinarios en el ramo de la Hacienda pública para poder tener la libertad de disponer de recursos económicos a través de impuestos extraordinarios, debido a que el gobierno aún enfrentaba varias rebeliones al interior del país, las más importantes eran: las acaudilladas por Francisco Villa en Chihuahua y Durango; Emiliano Zapata en Morelos; Manuel Peláez en la zona petrolera del Golfo de México, y la de Félix Díaz en Oaxaca y Chiapas.
El diputado Jesús Urueta se opuso a este dictamen, al considerar que, estando restablecido el orden constitucional, correspondía al Congreso de la Unión asignar los recursos económicos para el ejercicio de gobierno y que el presidente Carranza debía asimilar que los días en que gobernaba por decretos habían terminado. El diputado Eduardo Hay habló a favor del dictamen al considerar que la situación era de suma urgencia y no podía esperar los trámites establecidos por la Cámara de Diputados. Tras una ríspida discusión, el Congreso aprobó por mayoría el decreto que otorgaba facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda al presidente Carranza.
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