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México, Ciudad de México
En todas las sociedades la observación del movimiento de los astros, así como de los fenómenos naturales, es base y fundamento del conocimiento del entorno y su interpretación se reflejan en la amplia gama de expresiones que puede tener una cultura: en la religión, el arte y la cotidianeidad, dando forma a la llamada cosmovisión.
Las formas en espiral, cuyas combinaciones son casi florales, círculos concéntricos, motivos anundados y trazos helicoidales son comunes en los diseños que los antiguos habitantes de la cuenca de México emplearon para decorar sus implementos de cerámica, sus edificios, su ropaje y probablemente hasta su piel.
Las espirales y los círculos han sido entendidos por los estudiosos de muy diversas maneras: Por un lado se les ha considerado como una representación del sol en muy variadas formas. Sin embargo, otra noción con respecto a estas líneas curvas e intrigantes, indica que pudieran representar acaso el agua. Pero no sólo el agua y el sol tienen asociados elementos circulares y espirales, pues en la iconografía mexica también el viento, con su deidad Ehécatl-Quetzalcóatl, presenta estos atributos.
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