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El 8 de noviembre de 1918, la Secretaría de Guerra y Marina mandó un oficio a los jefes de las diferentes corporaciones del ejército, en que les recordó que estaba prohibido reclutar menores de 18 años. En esa misma circular, se les pidió a los jefes que todos los menores de edad que se encontraran dentro de sus mandos debían ser dados de baja inmediatamente y ofrecerles la posibilidad de incorporarse a alguna escuela militar para continuar con su instrucción. Sin embargo, esa disposición tardó muchos años en ser aplicada. A pesar de la instrucción de Venustiano Carranza y de los reglamentos de reclutamiento militar establecidos por los siguientes gobiernos, siguió habiendo adolescentes menores de 18 años hasta la segunda mitad del siglo xx.
