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El 13 de junio de 1918, se dio a conocer la carta de protesta que el gobierno de Estados Unidos, por conducto de su embajador, Henry P. Fletcher, dirigió al mexicano. La misiva expresaba inconformidad por el impuesto que, a partir del decreto del 19 de febrero del mismo año, era aplicado a los terrenos petroleros, así como a la producción, las rentas y las regalías generadas por la producción de crudo.
El embajador señaló que su gobierno no pretendía que se eximiera a sus conciudadanos de pagar contribuciones justas, siempre y cuando fueran uniformes y no se aplicaran como una confiscación o una imposición. El gobierno del vecino del norte consideró que con esas disposiciones se violaban los principios del derecho internacional y la buena vecindad. Amenazó con proteger las propiedades de sus conciudadanos.
El gobierno del presidente Carranza repudió con firmeza las presiones y amenazas veladas a la soberanía nacional y mantuvo el impuesto. Aplicó una renta anual de cinco pesos por hectárea en los campos petroleros y un impuesto de cinco por ciento a la producción del hidrocarburo.