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En junio de 1918, los empresarios textiles y los huelguitas sostuvieron varias reuniones. La pretensión de obtener 80 por ciento de aumento salarial desapareció del pliego petitorio. Los trabajadores pidieron que los esquiroles fueran despedidos o, en su defecto, se adhirieran al sindicato textil. Algunos empresarios se opusieron e incluso amenazaron con despedir a los huelguistas. Tras una serie de negociaciones, las partes en conflicto llegaron a un acuerdo y la huelga concluyó a mediados de ese año. Este hecho marcó un capítulo más de las luchas obreras por conseguir que se aplicara cabalmente el artículo 123 constitucional.